Llevo días sin escribir nada, pese a que me hervía la sangre y el deseo de expresar toda la furia contenida. Y lo he hecho, porque aunque lo que a uno le pedía el cuerpo era salir a despotricar contra los sindicatos, creo que al final es mejor serenarse y reflexionar con la cabeza fría, ya que la ira si bien es buena motivadora para la acción, generalmente la acción furiosa y poco meditada suele tener efectos nefastos. Tengo que decir que yo hace tiempo ya que abandoné CCOO y me afilie al SAT de Córdoba. Lo hice cuando comprendí la poca voluntad que tenía la dirección provincial de CCOO por crear una unión local en Fuente Palmera, pese a los incontables abusos que día tras día se producen en nuestro municipio y la indefensión absoluta en que se encuentran en el mismo la clase trabajadora. Me fui por que apareció otro sindicato que parecía dispuesto a luchar y aplicando el principio leninista de vanguardia de la clase trabajadora entendí que si la clase trabajadora estaba dispuesta a organizaba en torno al SAT era ahí donde “la vanguardia” debería seguirla. Finalmente resultó un chasco, el SAT lleva ya más de un año sin aparecer por ningún lado en Córdoba, salvo en municipios donde ha tenido siempre una tradicional presencia y desgraciadamente (y por cuestiones que no vienen al caso) el proyecto del SAT de Córdoba se encuentra actualmente varado en sus propias contradicciones internas. Es decir, no hay sindicatos perfectos, todos tienen algo y en todos falla algo. Lo que si hay es una necesidad, pese a sus errores, de sindicatos, de la misma forma que pese a sus errores necesitamos a los médicos y no por estos errores culpamos a los mismos de la enfermedad, aunque si tengamos todo el derecho del mundo a exigirles cuentas por su negligencia al tratar de curarla.
En nuestro caso la enfermedad se llama capitalismo y actualmente se encuentra en una fase especialmente virulenta que podríamos llamar de contrarreforma neoliberal. Es una fase que ya lleva décadas produciéndose, pero que ahora está creciendo a pasos agigantados, al calor de la debilidad de aquellos elementos que en la sociedad habrían servido para frenarlas. Esto es los propios sindicatos y los partidos de izquierdas y desde luego si desde la izquierda política nos sumamos y contribuimos al linchamiento y desprestigio en que están incurriendo los sindicatos, difícilmente podremos después exigirles que sean instrumentos esenciales en la lucha no sólo para recuperar los derechos robados en esta dura etapa, sino para ampliarlos en un futuro. Puede que no nos gusten muchas cosas de las actuales CCOO, pero un sindicato así no se improvisa en unos días y por lo tanto es necesario cuidarlo y recuperarlo, hace falta recuperar la credibilidad de CCOO, lo que supone expulsar de la dirección del sindicato a todos aquellos que han contribuido al desprestigio del mismo pactando básicamente la misma reforma de las pensiones contra la que hace menos de un mes proponían una segunda huelga general.
Ciertamente aunque los sindicatos mayoritarios parecen estar hoy completamente desprestigiados no obstante, y pese a todo lo desprestigiados que están, durante los últimos meses de lucha contra las reformas del gobierno han mostrado una capacidad de convocatoria y de movilización muy superior a los prestigiosos SAT, CGT, USTEA, CNT etc. Debilitarlos aún más de lo que lo están no sería más que otro triunfo de esta contrareforma neoliberal, pues cuanto más exhiguo y atomizado sea el movimiento sindical español, más facil resultará a la derecha política y social aplicar su contrarreforma, que no debemos olvidar no termina con la reformas ya conseguidas, sino que todavía quedan muchos logros que destruir como la sanidad universal, la educación obligatoria e incluso, por que no, la jornada de 8 horas (ya saben que hay que trabajar más y cobrar menos para sacar adelante el país como dijera el anterior presidente de la patronal). Si queremos parar todo esto necesitamos un sindicato de clase fuerte, y ese sindicato no puede ser otro que CCOO, es necesario pues reforzar CCOO aunque sin olvidar que su actual dirección no es la que queremos para el sindicato y que la política entreguista que ha aplicado a las reformas no es la que nosotros defendemos. Hay que trabajar por conseguir que CCOO sea de nuevo el sindicato de clases que una vez fundo Marcelino Camacho, a él ni lo domaron ni lo doblaron, ahora somos nosotros los que no nos debemos dejar domesticar.
Hace un par de años como ya he dicho, cabreado, deje CCOO, ahora reflexionando serenamente creo que es el momento de volver a casa.
5 comentarios:
Bien pensado, compañero! Te acompaño solidariamente.... Un abrazo.
estoy de acuerdo. Este es en resumen el motivo por el cual permamezco afiliado a CCOO. Un abrazo!
bravo manolo, bravo.
bravo juanito, bravo, pero la prosima vez firma el articulo
Pues yo, sintiendo discrepar, creo que es el momento de apostar por los sindicatos que nunca han estado de acuerdo con ese pacto social que CC.OO. ha aceptado.
He estado afiliada a CC.OO. durante años, y me da mucha pena que hayan perdido así la confianza de la base social que les apoyaba, en vez de tener la valentía de desmarcarse de las ambiciones de UGT y pelear en la calle, con movilizaciones, por los derechos que han aceptado, por nosotros, perder.
Comisiones Obreras ya no es mi referente sindical, y mi casa está en la calle, con los sindicatos que luchan por mi.
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