SI LOS REYES DE ESPAÑA SUPIERAN ...

Todo comenzó con el secuestro de "El Jueves", la desproporcionada actuación de la justicia ante lo que no es más que la expresión de una opinión llevó a muchos periodistas a manifestare públicamente en contra, eso sí, la mayoría de ellos con la boca chica y después de largas loas al rey, no vaya a ser que alguien piense que son republicanos y los echen del trabajo. Después han venido las detenciones por la quema de fotos del Rey o la proclama del ayuntamiento de Humilladero. Esta vez, al no ser los autores miembros del establisement periodístico, la critica de la prensa no ha sido tan unánime. Da vergüenza ver como supuestos medios de izquierdas, sobre todo los perteneciente al grupo PRISA compiten entre sí en furor monárquico. Por ejemplo a la pseudoizquierdista cadena SER sólo le ha faltado estos días cambiar su sintonía por La Marcha Real pues jamás he visto tanto empeño por desprestigiar las ideas republicanas como el mostrado por los tertulianos de dicha cadena. Se demuestra una vez más que la SER y PRISA cuando se trata de defender el estatus quo de la oligarquia financiera que los posee pasan rapidamente de la izquierda a la derecha, o lo que es peor tratan de convencer a la izquierda de que son unos antiguos por no aceptar de forma acrítica como hace la derecha una institución tan anticuada como la monarquía.

No obstante, entre el aluvión de descalificaciones que van desde radical hasta descerebrado con que los creadores de pensamiento de este país regalan a quienes se niegan a seguir su tutela en ese ejercicio orwelliano de "doblepensar" que consiste en ser a la vez de izquierdas y monárquico o republicanos y juancarlistas (que de todo hay en la viña del señor); bien, como digo entre todo este aluvión de reproches no hay ninguna justificación racional de por qué una monarquía es mejor que una República. O mejor dicho, porque en este momento para España es mejor ser una monarquía con un "rey republicano" (¡ manda narices!) que una republica, salvo por ese papel que se le supone al rey como galante de la estabilidad de las instituciones, lo cual es una chorrada tan grande como decir que gracias al rey el Sol sale todos los días por el este, ya que en los países republicanos de nuestro entorno como Francia, Alemania o EE.UU. las instituciones son si cabe más estables que en el nuestro y el Sol sale igualmente por el este.

Quizás hace treinta años en una situación de inestabilidad el rey jugase un papel importante para la transición, aunque su objetivo nunca fue (no lo olvidemos nunca) traernos la democracia a nosotros, sino asegurar la continuidad de su dinastía familiar y de ese chollo del que su familia ha disfrutado los últimos 300 años que consiste en vivir a costa del trabajo de los españoles. Ese papel en la transición, del cual queda mucho por discutir, no es aval suficiente para seguir con una monarquía por secula seculorum ya que esta más que querida o aclamada ésta fue aceptada por los españoles como un mal menor. Hoy, superada ya la crisis y el miedo de aquella época y con un numero cada vez mayor de españoles que no votamos aquella constitución, se hace cada vez más necesario que se reabra el debate sobre la conveniencia de mantener un sistema basado en los derechos de la sangre, como si viviéramos en pleno siglo XVII; o dar definitivamente el paso a la modernidad y crear un sistema basado en la elección por sufragio libre, directo y secreto del jefe del estado en el que todos los ciudadanos sean realmente iguales porque todos tengan el derecho a ser elegidos como presidentes de este país. Un sistema que dicho sea de paso descargaría a los presupuestos generales del estado del gasto que supone pagarles la vida padre a tanto príncipe, princesa, infantas, esposos de infantas e hijos de todos en general; partida nada desdeñable y que nos sería mucho más útil dedicada a otros menesteres.

Quienes temen éste debate; los monárquicos, los juancarlistas y los tertulianos de la SER; lo hacen porque saben que racionalmente que no tienen argumentos para defender al rey y la monarquía, salvo el interés de algunos sectores poderosos por mantenerlos. Por eso nos insultan, nos descalifican y cuando pueden nos juzgan por delitos de opinión cuya sola existencia deberían escandalizar a cualquier demócrata; porque saben que al final tenemos razón y que como reza el dicho: España mañana será Republicana.