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Revolución y represión en Andalucía.



Podría parecer el título de un ensayo sobre la Andalucía de los años 30, pero lejos de eso es un titular que resume una situación muy actual, aunque convenientemente atenuada por los medios de comunicación que apenas ofrecen información sobre el problema social del campo andaluz. Y es que parece ser que ante el agravamiento de los problemas seculares de los Jornaleros Andaluces por culpa de la crisis y las acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) reivindicando soluciones, la única respuesta que encuentra el gobierno es desatar una campaña represora contra estas movilizaciones, de acoso a sindicalistas y de desinformación como no se recuerda desde los tiempos de la mal llamada transición.

Durante los últimos años el problema social del campo andaluz se ha mantenido en un estado de letargo debido a que el tirón de otros sectores, fundamentalmente la construcción y el turismo, absorbía a una importante cantidad de mano de obra de los pueblos. Mano de obra que una vez que estalla la crisis no le queda más remedio que intentar volver al campo. Pero este ha cambiado porque durante todo ese tiempo se ha procurado adelgazar el tejido productivo agrario en nuestro país para favorecer la importación de productos procedentes de países donde la mano de obra semi-esclava y la falta de controles en cuanto a la utilización de ciertos pesticidas que aquí prohibidos por sus riesgos ambientales y para la salud, hace que el producto sea mucho más barato; se han mecanizado trabajos como la recogida de aceituna que en los años 80 se hacían completamente a mano. Todo esto cumulo de condiciones, cuya base entroncan en el histórico problema del reparto desigual de la tierra en Andalucía y en un modelo de explotación hecho a la medida de los grandes latifundistas, han conducido a que el campo andaluz, que tiene potencialidad para ser una fuente de riqueza inmensa para sus habitantes, en la actualidad no sólo sea incapaz de producir trabajo suficiente para todos como ha pasado siempre, sino que esa capacidad sea ahora incluso menor. Si a esto añadimos que la caída generalizada de los precios de los productos agrícolas en origen, que no al consumidor final, está provocando que muchas cosechas no se recojan; como pasó el año pasado con la cosecha de naranja en Palma del Río y parece que puede ocurrir este año con la aceituna de verdeo; han reducido aún más el número de peonadas podemos ver como el campo andaluz empieza a acercarse peligrosamente a una situación dramática como la que no se vivía desde los años 70.

Es en este contexto social y económico en el que se producen las movilizaciones del SAT por toda Andalucía. Entre las cuales las más conocidas han sido la toma del aeropuerto de Málaga, El corte del AVE y la ocupación de la sede de Cajasur en Córdoba, La brutalmente reprimida movilización de Sevilla y finalmente el desvío de la vuelta ciclista a España a su paso por el municipio cordobés de El Cárpio. Mediante todas estas acciones el SAT reivindica tanto medidas urgentes que ayuden a paliar los efectos de la crisis como eliminar la cotización del sello agrario si se está en paro (los jornaleros andaluces y extremeños son los únicos trabajadores que tienen que pagar por el privilegio de estar parados), aumentar el subsidio agrario de seis a diez meses o suprimir el número mínimo de peonadas para optar a una ayuda (lógico cuando matemáticamente es imposible que se puedan dar esas peonadas con la situación actual antes descrita); como medidas estructurales más encaminadas a iniciar un camino que lleve al campo andaluz por la senda de la economía sostenible ecológica y socialmente como pueden ser la potenciación de las pequeñas y medianas empresas y las cooperativas en lugar de los latifundios o el crear más escuelas taller y ciclos formativos en los pueblos.

Desde luego, como muchos dirán, el SAT no tiene la verdad absoluta y sabe muy bien que no puede espera que al primer corte de carretera el gobierno acepte todas las reivindicaciones, pero sí que se siente a a hablar y que al menos escuche a los trabajadores. O ésto es al menos lo que uno esperaría hallar cuando en frente tiene un gobierno que se presupone de izquierdas y que se le llena la boca de palabras como dialogo, talante, concertación social, encuentro de civilizaciones etc. Pero lejos de eso, la respuesta de este gobierno en particular, y la del poder en general ha sido la represión brutal del SAT.

La represión alcanzó su punto culminante en día 6 de septiembre cuando en el transcurso de unas movilizaciones pacíficas la policía atacó a los manifestantes sin mediar provocación. El resultado 12 sindicalistas detenidos y más de 60 heridos, esta agresión destaca no sólo por su brutalidad, sino también por el componente claramente sexista de la misma ya que de los 60 heridos 50 fueron mujeres las cuales fueron especialmente elegidas como victimas por la policía como relata en una conmovedora entrada en su blog una de las agredidas. Pero la represión policial no acaba aquí, pues fuentes del mismo SAT informan de la detención irregular de un sindicalista en el jardín de su casa, al que accedió la policía sin la necesaria orden judicial que autorizase el allanamiento de la vivienda, para interrogarle sobre los dirigentes del sindicato y las futuras movilizaciones y acciones del mismo, lo cual resulta un grave atentado contra la libertad sindical, dichos hechos han sido puestos en conocimiento del Defensor del Pueblo Andaluz.

A la represión policial hay que unir la judicial, pues ya son 16 los dirigentes del SAT a los que se les ha imputado presuntos delitos de orden publico como consecuencia de manifestaciones totalmente pacíficas.

Otro pilar fundamental de la represión contra los jornaleros andaluces es la estrategia de censura y difamación utilizada por la prensa, sobre todo la nacional. Resulta curioso que tan graves hechos entre los que se incluyen brutales agresiones sexistas, detenciones irregulares, denuncias de malos tratos a policías, movilizaciones etc. apenas hayan transcendido fuera de la prensa local. Ni siquiera cuando la vuelta ciclista cambió su recorrido para evitar toparse con las movilizaciones SAT, un hecho único en la historia de esta prueba deportiva, la noticia jamás pasó de páginas de provincia de los diarios locales. Mientras que a lo que si le ha dado bastante cancha la prensa es las injurias y desvergüenzas del consejero de Agricultura de la junta de Andalucía que no tuvo empacho en calificar las movilizaciones del SAT como de “payasadas”. Semejante chulería digna de un jefecillo local de Falange, muestra hasta que punto el PSOE se va impregnando no sólo de los métodos represores de la derecha para intentar callar a los trabajadores, sino incluso de su propio lenguaje de desprecio hacia aquellos que consideran de peor condición y que tienen la desvergüenza de protestar. Y es que hace mucho tiempo que el PSOE dejó de encarnar en Andalucía algún tipo de izquierda, si es que alguna vez lo encarno.

Durante sus casi 30 años de gobierno en Andalucía el PSOE este partido ha sufrido un proceso de “Priización” mediante el cual, en simbiosis con los poderes fácticos de esta tierra se ha consolidado como un poder casi absoluto cuyo objetivo principal ha sido mantener ese “status quo” en el que ellos ejercen el poder político y “señoritos de toda la vida” el económico, mientras sistemáticamente trata de desilogizar y desmovilizar a la clase trabajadora. En ese proyecto de una Andalucía sumisa ha contado con el apoyo de unos sindicatos mayoritarios engordados a base de subvenciones y acomodados y de una prensa que juega a la pluralidad pero que en realidad jamás se sale de unas premisas claramente definidas de lo que es económica, social y políticamente ortodoxo y lo que no, que además es pintado como irreal. Sólo así se explica como ante hechos tan graves como los de Sevilla ni CCOO ni UGT hayan dicho lo más mínimo. Se puede entender que los sindicatos mayoritarios no comulguen con los postulados del SAT, pero no que ante semejante atropello a los derechos sindicales, sociales e incluso a los más elementales derechos humanos como el de la integridad física estas fuerzas sindicales mantengan semejante silencio.

Vemos pues que desde la España de Zapatero y la Andalucía de Griñán, las del talante, el dialogo y el buen royo, la única respuesta que tienen para los problemas de los jornaleros andaluces son Represión, censura y difamación como la derecha de toda la vida. Desde luego cuando a un presidente de gobierno le tiemblan las rodillas frente a los poderosos mientras avasalla a los más desfavorecidos se le puede llamar muchas cosas aunque ninguna tan acertada como que es un cobarde.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

gran entrada compañero.

Juan Segovia dijo...

gracias camarada

angelsmcastells dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Segovia dijo...

¿que autor ha suprimido la entrada de Angels, yo no he sido?
y de verdad que no se como ha pasado, sólo entre a ver el comentario y me lo encontré borrado.

Anónimo dijo...

... la habrá eliminado la propia Angels...

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